Nuestra vida puede entenderse como un continuo desfile de gente con la que tienes más o menos que ver y en la que depositas una pequeña parte de ese bien impagable que es tu atención.
Naturalmente, no todos merecen el mismo pedazo de la tarta. Habrá gente que resbale por la rápida rampa de tu indiferencia (feas) y habrá otra que destaque de alguna manera, siendo merecedores de ocupar un lugar en tu memoria. Y esto nos lleva a este tema que nos ocupa.
Si has leído el título y piensas que vamos a hablar de tus incansables compañeros de eucaristía estas en lo cierto. Eres un máquina. ¡Ven pa’cá dos besos coño!
Por cierto ¿no os encantan los besos de las abuelas? A mi tampoco… Sobre todo cuando sin querer se dejan el selector de beso en modo rafagas
«muamuamuamuamuamuamuamuamuamua… «(por mejilla)
Mi abuela me encanta porque además lo firma con un comentario:
«… Muamuamuamuamuay coño que cosa más linda…»
Otra cosa que tiene mi abuela es la costumbre decirme que soy especial. Yo ya le he dicho que ya no tengo 13 años, que ya puede decirme que soy jilipollas que no pasa nada. Pero ella sigue.
En fin qué grande mi abuela. ¡Arriba todas las abuelas coño! Bueno, como decíamos (a ver si dejáis de interrumpirme o no vamos a terminar nunca) vamos a hablar de nuestros entrañables compañeros de copas.
Es indiferente la edad que tengas, no has salido lo suficiente si no has tenido la oportunidad de disfrutar de la inestimable compañía de al menos la mitad de las variantes de estos amiguetes.
Empecemos pues con nuestro bestiario de colegas de fiesta.
EL SIBARITA (pijus magnificus)
A este señor no le gusta nada: ni el sitio (un antro), ni la bebida (pis de gato), ni la música (sosa y antigua), ni seguramente vosotros (perdedores). Estos modernos que van de ídem, que se dejan barba y se echan novias con la sien rapada no tienen desperdicio para la gente que los ve desde fuera del comando. En fin, bofetón al estilo.
Como es un gran amigo, no permitirá que haya secretos entre vosotros, por lo que no perderá oportunidad de recordar su opinión sobre todos estos aspectos de la noche y de otros más. Amén de añadir que deberíais haber ido a donde él (y sólo él) quería ir. Es una de esas personas que comen pan y eructan caviar ruso que están muy por encima de la calidad de todo cuanto le rodea.
Las primeras noches empezareis a preguntaros por qué sigue saliendo con vosotros teniendo tan negativa opinión de los sitios que frecuentas. Después de un par de encantadoras veladas acabareis preguntándo quién coño sigue llamando al amargado éste.
Cómo la mayoría de los especímenes que componen esta relación, el sólo hecho de leer su nombre ya nos dará una pista importante para saber de quién hablamos. Me atrevería a decir que ya hay una columna de caras familiares bajando y subiendo en vuestra mente cual frutas de tragaperras y ubicando en esta categoría al amigo o amiga susceptibles de tal descripción.
EL CAZADOR (buscarrollus continuous)
Al Cazador no le importa la calidad del local, ni la del servicio, ni la de la música. Este ballestero sólo tiene en mente el conseguir una presa para la noche. Disfrutar de sus conquistas y fardar sobre ellas es algo vital para él. Por ello se recomienda vivamente evitar depender de este señor para volver a casa.
Dentro del gremio de cazadores existe el siguiente subgrupo:
El que no liga (noventainuevis por cientus)
Poco hay que decir de nosotros estos individuos. Los habrá que no les importe, los habrá que culpen a los demás de su falta de éxito con los más indiscutibles razonamientos como «es que me las espantas» pero todos casi sin excepción darán por concluida la partida de caza con un «son todas unas zorras».
El que liga y lo sabe (unicornius)
No se qué deciros de esta variante pues sólo la conozco de oídas y en las pelis, lo siento.
El que liga sin querer (Diamantis en Brutus)
Todos tenemos o hemos tenido a uno de estos fuera de serie. Suelen ser chavales/as bien parecidos/as pero bastante manzanillos/as (zoquetes/as) en lo que respecta al tema. No se enteran de que alguien del sexo opuesto esta interesado en su persona ni aunque esté/a le pase su sexo opuesto por la cara. Dan ganas de arrancarles/as la cabeza/o.
Aquí concluye el subconjunto de cazadores. Sigamos.
EL DROGATA (bolicarius terrestris)
En todo grupo de fiesta ha de haber uno o más señores que huelen raro y que lleva capucha hasta en la playa. Es fácil de encontrar:
Al empezar un botellón es el primero en sentarse y siempre parece estar ocupado haciendo algo; dentro de la disco o pub visita a menudo el baño. Y siempre, consuma lo que consuma, parece estar disfrutando a parte de los demás. Algo así como en un plano distinto. Baila sólo, y te saluda cada vez que te ve como si él hubiera venido con otra gente.
EL MENSAJICOS (hello! I’m using whatsapp!)
Una de las mayores incógnitas del ambiente lúdico y fiestero es qué le pasa a este personaje. Un individuo que no para de escribir con el móvil con ademán de disgusto desde que empieza la noche hasta que se acaba.
Huelga decir que está en medio de una discusión con alguien al otro lado de la línea y que no parece ir ganando. O eso o el Instagram le tarda mucho en cargar las fotos.
La capacidad de mantener conversaciones y/o reír gracias de los compañeros de fiesta de estos personajes suele ser directamente proporcional a su educación. Aun así, sus esfuerzos por mantener un nivel de interacción dentro del grupo suelen ser bastante patentes, aunque también insuficientes y en ocasiones notablemente ridículos. Y todos sabemos lo mucho que molesta que no nos escuchen…
«-Pues así es, tal y como te lo digo. Super fuerte. ¿Tu qué opinas?
-se te ve un pezón…
-… ¿empiezo de nuevo?
-empieza de nuevo»
Por muchos esfuerzos que haga, el pobre no pasará de ser un pasmarote en medio de la pista que bien podría servir de perchero (siempre y cuando no se interrumpa su contacto visual con la pantalla).
Conforme vaya incrementándose el nivel de alcohol general alguno de vosotros hará la gracia de quitarle el móvil en medio de una frase para que se integre.
No lo hagais
Interrumpir la conexión neuronal con el terminal puede dar lugar a un abanico de posibilidades que, teniendo en cuenta la gran frustración reflejada en su rostro, no es descartable que entrañe serio peligro para el buen funcionamiento de la noche, así como el de las vías respiratorias del valiente.
CASADO (calzonazus)
Se ruega la máxima paciencia y comprensión posibles para esta variante. Debido a ciertas razones (que suele cambiar por otras que no le dejen como lo que es), el casado suele salir una vez cada pontificio papal; lo que implica posiblemente que la última vez que dio rienda suelta a la noche los smartphones eran sólo phones.
La indumentaria que estos señores llevan a la guerra consta de zapatos de cuero negro comprados en Número 1, pantalones de pinza (una, dos o incluso tres) del 99 y camisa de botones con un solo bolsillo en el pecho (tabaquito’s bagget) adquirida en el legendario Galerías Preciados. Todo ello completado con el luminoso toque que sólo pueden aportar unos calcetines blancos (Jackson Style) que en ocasiones especiales se adornan con elegantes raquetas cruzadas.
Los calcetines blancos tienen cierto poder de atracción y sugestionan al observador induciendole extraños pensamientos en lengua irreconocible tales como «eneayuoki, eneayuoki, eneayuoki ene… «.
Pues eso: paciencia.
Como casi todos los bestiarios, éste dista mucho de abarcar toda la fauna ludicofiestera. Son muchos los que se me quedan en el tintero pero no pasa nada. Más adelante haré una continuación, que ya se hace tarde. He quedado con mis coleguis para ir a la discoteque a escuchar música dabuti y tomar unos cubalibres y estos pantalones de pinzas no se van a planchar solos.
¡Efectivy Wonder a todos!