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¡QUE LLEGAN VISITAS! RUN FOR YOUR LIFES!

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«Ordena tu habitación, vienen visitas»

Cómo odiaba esa frase de mi madre. ¿Por qué las madres enseñan toda la casa a las visitas cuando vienen por primera vez? Que se piense de mí lo que se quiera, pero para mí la única razón de enseñar a una visita algo más que el salón y el cuarto de baño es que esa visita pretenda comprarme la casa.

Sin embargo mi madre le enseña hasta la plaza de garaje. ¿Y todo para qué, si al final siempre van a acabar en el mismo sitio: la cocina? Mi madre organiza las reuniones siempre de la misma manera. Ruta turística por la casa y luego a la cocina a tomar café. El problema es que después del café no pasan al salón, siguen ahí. En la cocina criticando hablando.

Me encantaría saber qué pasa por la cabeza de mi madre para hacer esto. Al igual que me gustaría saber qué pasa por la cabeza de una persona cuando decide subirse el cuello del polo. En serio me gustaría esta ahí dentro.

¿Os consideráis gente extrovertida? ¿Gente que gusta de interactuar con más gente para así poner a parir a otra gente con la que se va a reunir otro día y criticar a la primera gente?

Bien. Si esto te parece un lío agotador. Vuelve a leerlo. Si te lo sigue pareciendo, eres de los míos. No es que me considere una persona asocial ni mucho menos. A mí mi madre me educó muy bien a la hora de saludar. Tanto que si voy con un amigo y me encuentro con otro que el primero no conoce, me apresuro a presentarlos formalmente tal y como hacía ella («David, este es Carlos. Dale un beso a este señor»).

Lo dicho. Me considero una persona educada y cordial. Ahora bien: ¿indica este rasgo que tengo que recibir visitas en mi casa? La respuesta es si no. Este gusto por meter gente en casa debe de saltarse una generación. Pues mi madre y yo somos las dos caras de la misma moneda. A ella le gusta tanto que cuando vienen testigos de Jehobá les invita a sentarse -¡A sentarse! Esta mujer está loca- y con tal de tener a alguien en casa es capaz de tragarse todas sus tonterias

«—Buenos días, queremos ayudarla a encontrar a Jesús
—Gracias, pero ya se está encargando la policía»

Cuando una persona comete la inmoralidad de organizar una velada social en su casa y la locura de llenarla de gente, se arriesga innecesariamente a que le invadan varios tipos de invitados… peculiares. Veamos unos ejemplos:

EL INVITADO TARDÍO (novia)
Mayormente, tus invitados se presentarán dentro de un margen de entre quince y veinte minutos antes o después de la franja horaria acordada. Pero siempre hay un individuo que llega tarde. El resto de la gente se ve obligada a esperar a que el señorito o señorita haga acto de presencia, lo cual amenaza con afectar a la velada. Y es por esto que pasado el tiempo prudencial llamas al susodicho.

Curiosamente el papel de tardío suele estar adjudicado casi siempre a las mismas personas, por lo cual ya tienen preparadas un par de excusas y tretas para cuando se les pregunte. Veamos un par de ejemplos y unas pequeñas aclaraciones a fin de ayudarnos a estimar mejor el tiempo que van tardar.

«Pregunta tipo:
—Ya estamos todos aquí ¿dónde estás?

Típicas respuestas:
—Estoy saliendo (de la ducha)  —Ya estoy llegando (al coche)  —En 5 minutos llego (en 50 minutos llego)
—Estoy buscando aparcamiento (no recuerdo donde he aparcado mi coche)
—Dijiste a las ocho (y para mi, a las ocho es cuando salgo de mi casa)»

EL INVITADO PREMATURO (triste vitta)
Si un invitado tardío puede mermar la calidad de la velada, un invitado que se presenta dos horas antes, y generalmente sin avisar, puede hacerla muy difícil.

¿Tan vacía es tu vida que puedes permitirte aparecer un par de horas antes en los sitios? ¿Es que no tienes tele?

El anfitrión está ocupado en los preparativos para que todo detalle de la reunión salga como tiene que salir (preparar comidas, limpiar la casa, esconder a la abuela…) pero siempre está el típico que, como no tiene otra cosa que hacer, aparece en la casa un par de horas antes por si hay algo en lo que pueda «ayudar». Esta sería una razón muy respetable si no fuera porque lo que él entiende por ayudar es sentarse en el salón y empezar a beber mientras uno, que está de un lado para otro a contra reloj, tiene que dejar abandonar dichos preparativos para atender sus peticiones y darle conversación.

EL INVITADO EXPLORADOR (confianzudis parasitus)

A este individuo le encanta ir por casas ajenas explorando todos sus recovecos, incluidos los que hay tras puertas cerradas. Cuando llega el momento de usar el cuarto de baño, cuchichea sin compasión por todos los cajones y armarios.

Su razón, aunque lo parezca, dista mucho de la intención de robar. Esto se aprecia enseguida porque cada vez que encuentra algo interesante en su cruzada, se entera toda la casa.

«—¡Vaya, Puri! ¡No sabía que tuvieses problemas con la electricidad! Mirad el pedazo de cirio que he encontrado en su mesa de noche. ¡Y vibra!»

EL INVITADO INESPERADO
(autoinvitatis bytheface)

No existe reunión sin ese «amigo» que se ha enterado por otro de que ibas a dar una fiesta. Y como es tan amigo tuyo, no se molesta en pensar que quizás no lo has invitado por algo. En lugar de ese pensamiento tan cenizo, se decanta por un feliz «mira que eres despistado» y se autoinvita.

Cuando la reunión consiste en un poco de picoteo y unas copas no hay problema. Pero cuando pretendes hacer una cena en condiciones, por ejemplo, te parte los planes en dos. Te ves obligado a empujar la típica silla de ruedas de escritorio por toda la casa hacia una esquina de la mesa, consolándote con que al menos nuestro amigo va a tener que lidiar con la pata de ésta durante todo el banquete.

Por si fuera poco, has de complementar la ostentosa cubertería que llevabas esperando a sacar (y presumir de ella) desde que te tu suegra te la regaló el día de tu boda. Lo único bueno que tu suegra te ha dado aparte de tu mu… lo único bueno que tu suegra te a ha dado, se ve ahora mancillado por una cucharilla de Iberia que robaste en la luna de miel y otros tantos cubiertos que andaban por ahí.

EL INVITADO QUE SE VA PERO NO SE VA (pelmazus postvelatio)

El amigo o amiga en cuestión, durante toda la velada ha permanecido poco menos que mudo. Pero ahora que es el último en marcharse. Se planta delante de la puerta abierta de tu casa y descubre un tema de conversación que le hace permanecer en el umbral durante mucho más tiempo del que dura una despedida.

El tiempo va pasando, tu te empiezas a enfriar con el aire de la calle y el amigo no parece apercibirse de ello. Ya os habéis estrechado la mano unas cuatro veces, o dado ocho besos. Pero para el o ella aún queda bastante tema de conversación. No hay nada que hacer contra esta gente. Yo he llegado a pedirles el abrigo y ponermelo yo ante la incipiente relentada de la madrugada.

EL SIBARITA (pedantis insufribrilis)

Lo peor de tu cuñado esta versión de invitado es que hagas lo que hagas nada está del todo a su gusto. Pone caras así como regulares ante la temperatura del vino, el volumen de la música, la regulación de la luz,  etc. Ya he hablado sobre esta variante en otras entradas así no pienso dedicarle ni una letra más a estos Infelices señores.

Así que ya sabéis. Haced como yo: la mejor repuesta ante una propuesta de reunión es un hachazo en la cara.

Aquí concluye otro pequeño bestiario sobre la fauna social. Si alguno de vosotros tiene otra idea para un espécimen a tratar en futuros bestiarios, os ruego no dejéis de meterosla por… compartirlas. De esta manera haremos más ricos los bestiarios. Quién sabe. Quizás estemos salvando vidas, reputaciones y/o actividades sexuales de mucha gente.

Off topic
La verdad es que he tardado bastante en subir esta entrada. El trabajo y los estudios me tienen bastante liado. Pero sabed que tengo varias escritas a falta sólo de unos retoques de última hora y pretendo retomar mi racha de una subida a la semana en cuanto sea posible. Un saludo y recordad. Aunque la mona se vista de seda, sigue siendo zoofilia.
   

Twitter=@cansinoroyal

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12 comentarios en “¡QUE LLEGAN VISITAS! RUN FOR YOUR LIFES!

  1. Siempre hay alguien que se sienta en silencio en una esquina, al parecer todos lo conocen pero nade habla con el, permanece en silencio y no repite plato, llega a buena hora y se va en el momento adecuado.
    Es incomodo por qué a pesar de ser el invitado perfecto, tiene un aura sombría que hace que prefieras ignorarle.

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  2. Mi madre es igual. Antes, cuando era pequeña, enseñaba mi armario a las visitas para que vieran lo ordenado que estaba. De vez en cuando veo que hace lo mismo con la nevera para que vean como ha organizado los tupper de la comida.

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  3. Creo que nos olvidamos del invitado que te pellizcaba las mejillas, o te cogía la cara dándote dos sonoros besos y de reojo escudriñaba el orden de tu cuarto…. cuando eras pequeño … de mayor, es el que te da una palmadita en la espalda….. Un saludo

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